amor
La razón por la que estoy soltera...
5:54 PMHoy me levanté con un sentimiento raro, con la garganta hecha un nudo y pensando en el error que (probablemente) había cometido la noche anterior; y no, no hablo de haberme acostado con un hombre desconocido mientras estaba ebria, sino algo mucho peor. En un arranque de energía y valor, le dije al hombre que había anhelado por doce años, el hombre perfecto, el hombre de mis sueños, el hombre ideal, que ya no lo quería en mi vida.
Primero creí que lo había hecho debido a esa etapa que nos ocurre cada veintiocho días a las mujeres; y aunque tuvo cierta influencia, no fue la verdadera razón. Durante la mañana mi conciencia me repetía constantemente: Y luego no preguntes ni te quejes, de por qué sigues soltera.
Yo era de las que pensaba que todos los hombres eran iguales, que todos están cortados con la misma tijera y que por más que lo intenten siempre serán hombres. Pero no es cierto. No todos son iguales, algunos son menos hombres que otros sin dejar de ser heterosexuales y algunos son simplemente hombres. Aunque eso se deduce depende del punto de vista y qué tanto le rompió a usted el corazón ese “hombre”. Para mi puede ser la peor persona, que no merece un lugar en éste planeta, pero para la vieja por la que me botó, es el hombre ideal y perfecto. Todo a la final es cuestión de perspectiva y de suerte, pues solo será “perfecto” (sin serlo realmente) cuando nos pida matrimonio y nosotras decidamos decir que sí, porque tal vez el tren nos está dejando y todas nuestras amigas ya tienen su primer hijo.
Desde que me comencé a interesar en este tema del amor y dejé a un lado mis muñecas y clases grupales de matemáticas con peluches, he tenido un grave problema en entablar relaciones amorosas duraderas y estables. Y ustedes pueden decir, probablemente es la típica vieja fea, anti social y ñoña, pero no, no soy ninguna de esas, (sin afirmar que ser alguna de ellas sea malo), simplemente soy lo opuesto. No es por creerme más o echarme flores, pero durante mi vida he aprendido a quererme y a aceptarme como soy y les digo honestamente como me dicen mis amigos, “estoy más buena que el pan integral” (ya, ya sé que el pan integral no es tan bueno, pero la frase es de cajón así que por qué no usarla). Soy el tipo de mujer que muchos hombres mueren por tener (según lo que las películas y largas conversaciones con amigos me han demostrado). Tengo un cuerpo ejercitado, una cola agarrable, ojos expresivos y grandes, sonrisa hermosa y un cabello suave y sedoso. Pero aparte de los físico tengo esa chispa de personalidad que atrae y enamora; soy inteligente, divertida, pervertida, ruda, romántica, dramática, alegre, histérica. Canto en la ducha, en el carro, en la cocina, en el cuarto; eructo, me hecho gases y no tengo miedo de hacerlo en la cara del otro. Puedo gritar lo que me pidan, andar por la casa en ropa interior, cocinar decentemente y regalarles cosas sin motivo alguno. Me gusta ver fútbol y hacerme la que entiende, jugar todo tipo de videojuegos en especial esos de terror y masacres sumamente explícitos, tengo excelente ortografía y mi voz parece de locutora, puedo ir en carro descapotado sin importar despeinarme, comer fritanga en la esquina de un pueblo mientras acaricio un perro callejero y viajar a donde sea que me digan sin plata, porque al final lo que importa es la experiencia y la buena compañía.
Ahora, tal vez ustedes se pregunten ¿por qué sigo soltera?
Bueno, retomando mi vida amorosa y pensando en que si todo lo que he vivido con hombres hubiera sido estable, hasta el día de hoy habría tenido nueve novios desde mis 16 años; casi uno por año. Y ya sé, probablemente muchas han tenido muchos más que esos, pero bueno, eso es harina de otro costal.
Cuando salí por primera vez con alguien fue en el colegio, era perfecto en ese entonces, medio filósofo, popular, inteligente, expresivo y mayor que yo. La vida y la universidad nos obligó a separarnos y al entrar en un nuevo mundo decidí que también quería otro tipo de hombre, uno completamente opuesto. Allí apareció el marihuanero, medio hippie, experto en engatusar, sensual y atractivo. A ese estaba dispuesta a darle lo que fuera y yo pensé que él también a mi; lo que no sabía es que también estaba dispuesto a darle lo que fuera a su novia, aquella mujer que después me restregó en la cara durante una fiesta. Así ocurrió mi segunda desilusión y comenzó mi problema existencial con el típico “yo me merezco a alguien bueno y que me quiera”.
Entonces de la nada, llegó el chico más lindo de la facultad, ojos azules, cabello castaño claro y sumamente respetuoso y romántico. Ese era; con ese me iba a casar. Pero no, se cruzó en el camino uno metalero, rebelde, tatuador y mucho mayor. Al parecer éste "hombre" grande tenía claro lo qué quería y lo que iba a hacer en su vida. Así nada más, cambié al hombre perfecto por el Homo Neanderthalensis revolucionario, que tenía una novia en cada ciudad a la que iba; yo era la de Bogotá, todo un honor ser la novia de la capital del país. Pero como buena mujer que se hace respetar, me hice desear y terminó con todas sus otras novias por mi. Alegría infinita y orgullo sentí cuando me lo dijo y yo decidí dejarlo también. Quedó solo, sin su novia paisa, caleña, pastusa, costeña y rola, ¡carajo! Mi primera venganza amorosa. No me dio alegría pero sentí un fresquito.
Cuatro pasaron por mi vida con rapidez y de todos me quedó cicatriz, especialmente la del hombre ideal que dejé por el rebelde mujeriego. Pensé muchas veces en volver a hablarle, recuperarlo y sabía que lo podía lograr, pero no tenía sentido, sabía que al final lo iba a dejar de nuevo por otro Homo Sapiens porque seguía en la etapa de experimentación.
Así siguieron pasando más hombres en mi vida, un europeo perfecto que se tuvo que devolver a su país y me dejó, un americano atrevido al que dejé porque me tenía que devolver a mi país, un presentador famoso que lo único interesante que tenía era su mejor amigo (que terminó siendo gay) y dos más que son los que realmente importan ahora y la razón de mi soltería.
Desde siempre creí que el hombre de mis sueños debía ser sumamente guapo, ejercitado, sensual, inteligente, divertido, que me respetara y que me amara incondicionalmente; el hombre de revista, el hombre de película. Éste hombre, ese al que acabo de botar, reunía todo eso. Y ustedes dirán, ¿pero entonces por qué lo botaste? No lo sé. No estoy arrepentida y no estoy escribiendo éste blog como una forma de disculparme con él, simplemente siento la amargura de haberme dado cuenta que realmente no busco ni quiero a un hombre ideal ni perfecto en mi vida.
Los hombres perfectos tienen muchas cosas bellas y soñadas, pero finalmente se quedan en eso, en sueños. Los hombres ideales pueden ser recorridos de pies a cabeza y no encontrarás ningún rayón, ninguna cicatriz, ninguna imperfección. Los hombres soñados están dispuestos a dar todo por ti y a amarte incondicionalmente. Los hombres perfectos vienen en cajas de colección, no se despeinan, no se ensucian, no se equivocan, no se quiebran, no se lastiman, no lloran. Los hombres perfectos merecen mujeres perfectas.
Esa es la razón por la que estoy soltera. Esperé por el hombre perfecto, ideal, anhelado y cuando tocó a mi puerta me di cuenta que yo no era como él, que soy una mujer completamente imperfecta de los pies a la cabeza, a la que le ha tocado amarse y valorarse por sí misma en los cientos de momentos de soledad, que yo no venía en caja de colección. Soy gritona, callada, llorona, alegre, consentida, arrogante, tímida, extrovertida, dramática, racional, liberal, conservadora, viajera, estática, inteligente, ignorante, puntual, impuntual, responsable, irresponsable, mentirosa, honesta, tranquila, cansona, loca, cuerda, perfecta, imperfecta. No puedo estar con un hombre que sólo me ofrece estar de un lado, también necesito a alguien que se despeine, que se caiga, que grite, que llore, que odie, que sea pervertido, que sea irrespetuoso, que sea grosero, que sea amargado, que sea inmaduro, que sea irresponsable, que sea mentiroso, que sea imperfecto; porque sólo allí nos complementaremos realmente.
De nada sirven dos personas alegres, dos personas honestas, dos personas racionales, dos personas cuerdas, dos personas tranquilas. Mi soltería es persistente porque hasta ahora me di cuenta que la loca se debe juntar con el cuerdo, pero cuando el cuerdo se enloquece la loca se debe volver cuerda, y cuando ella llora a él le da alegría y cuando ella está alegre, él debe llorar, y cuando él miente ella debe ser honesta, pero cuando ella miente él debe ser honesto. Ambos deben ser un equilibrio constante, y el equilibrio no son dos cosas iguales sino dos cosas opuestas. Ese es el problema; cualquiera creería que si uno es imperfecto y se junta con un hombre perfecto, se complementan, pero no, porque el hombre perfecto no cambia de estado, el imperfecto sí.
No, no estoy soltera porque sea fea, tímida, antisocial, extraña. Estoy soltera porque hasta ahora me di cuenta que estuve buscándole a la mujer imperfecta, un hombre perfecto. Un hombre perfecto que al final del día, no existe realmente, porque el chico que dejé anoche (pensando en un cineasta con el que estoy segura que me voy a casar desde que lo conocí), será tan imperfecto para una mujer mañana como lo fue para la que lo tuvo antes que yo.
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Francamente emocional
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