LA ALEGRÍA DE VIAJAR

Viajar es algo parecido a hacer cine, hermoso e impredecible. He tenido la fortuna de viajar a distintas partes en el último año y sin duda...

Viajar es algo parecido a hacer cine, hermoso e impredecible. He tenido la fortuna de viajar a distintas partes en el último año y sin duda puedo decir que es mi actividad favorita, me produce alegría infinita y satisfacción. Tal vez no tanto la parte del aeropuerto, sus cientos de requisas y malos tratos por el personal de migración, especialmente en países como Estados Unidos, pero sí cuando el avión desciende y toca esa tierra extraña y nueva que ansiamos por conocer. Desde que comencé a tener la experiencia de viajar, puedo decir que es de esas cosas que el hombre debe agradecer cuando tiene la oportunidad de hacerlo y decir cuando le preguntan si quiere ir a otro lugar. No hay nada más bello que conocer otras personas, otras culturas, otras ciudades, otra arquitectura, otra visión de la vida.

Puede sonar a típica idea de película que todos sueñan y pocos logran, pero viajar es de esas cosas que espero hacer toda mi vida. Tal vez no como una rutina como las azafatas o pilotos, pero si como una experiencia ya sea por mi trabajo en el cine donde me enriquezco y aprendo o por placer.

Hace dos años no tenía esa idea de viajar tan presente en mi vida, pensaba que si lo hacía estaba bien pero no era algo que me interesara profundamente. Tenía planes de vivir en un país extranjero pero eso era lo único que pensaba a la hora de hablar de “viajes”. Sin embargo, un día decidimos con mi familia, después de muchos años de esfuerzo y trabajo por parte de mis padres, salir del país y vivir una experiencia nueva en otro lugar. Fue la segunda vez en la que ellos salían del país.

Aun recuerdo su expresión al llegar por primera vez a aquella ciudad. Mi padre acababa de recibir un Smartphone por navidad y parecía un niño tomando fotos con él celular de todo lo que veía. Estaba fascinado. Por segunda vez y después de casi veintiseis años, conocía una cultura distinta donde asombrosamente todos cruzaban las calles cuando el semáforo lo indicaba, los carros se detenían para dar paso y la gente respetaba la señalización. Fue un momento mágico que hasta el día de hoy no han dejado de recordar con alegría.

Allí me di cuenta de la importancia que debería tener en todas las personas el viajar. Y no hablo necesariamente de ir a otros países o continentes, pues muchas personas no tienen los recursos, pero al menos a otras ciudades de su propio país.

Viajar nos hace darnos cuenta de lo afortunados que somos, de las cosas que carecemos como raza y de que el idioma no es una barrera cuando de conocer otras culturas se trata.
Leonardo Dalessandri - Watchtower of Turkey
Viajar es una oportunidad para conocer gente como nosotros, pero que por cuestiones de distancia se criaron completamente diferente y tienen una mirada del mundo que probablemente a nosotros ni siquiera se nos ha cruzado por la cabeza.

Podemos ver cientos de películas, series, programas y creer que conocemos todo de un país pero nunca será igual que la experiencia de tocar, sentir, oler y degustar el lugar.

Como un personaje de película adolescente, espero algún día ahorrar lo suficiente e irme por todo el mundo a recorrer el mundo y mostrarlo a otros por medio de videos exquisitos como el de Leonardo Dalessandri, un cineasta y fotógrafo Italiano que por medio de Watchtower of Turkey, me transportó a Turquía, uno de los países que más anhelo conocer.

Tuve la oportunidad de ir a Los Ángeles, en California y vivir allí por varios meses, lo que me permitió conocer la ciudad y la visión que tenían los habitantes. Evidentemente son unos personajes con un desarrollo mucho más grande en varios aspectos comparados con Colombia o Latinoamérica en general, aunque carecen de muchas otras cosas que tal vez en otro blog discutiré. Pero ciertamente lo que más me gustó de la ciudad no fue nada que tuviera que ver con la cultura americana, al contrario, me fascinó un lugar hecho específicamente para personas de una cultura completamente opuesta, Japoneses. 

Desde siempre he pensado que la cultura Oriental es superior en varios aspectos (y extraña en muchos otros) pero su visión del mundo es muy interesante. Ciertamente se ve cierto racismo por parte de los americanos hacia los asiáticos y en muchas ocasiones se debe al empoderamiento que están teniendo en la industria manufacturera en general, pero se puede pensar también que es porque su idea del mundo es distinta. Me fascino el respeto que los japoneses tienen uno del otro y de los otros, cosa que en muchas ocasiones los americanos y latinos carecemos. Son personajes que son conscientes de la existencia del otro y por ende lo respetan y le dan su lugar.

Darme cuenta y ser parte de ello, hizo que amara más y más viajar. El hecho de aprender, de cambiar y abrir mi mente, de poder compartir después las experiencias con amigos y familia, hace que ir a otros lados sea un plan que todos deben realizar. Santorini, Berlín, Hong Kong, Londres, Barcelona, Roma, París, Nueva Delhi, Tokio, Masai Mara, Giza, Marruecos, Sidney, México DF, Buenos Aires, Lima, entre muchísimas otras son aquellas ciudades que me muero por conocer y recorrer.


Pensándolo ahora, probablemente éste blog no reúne mil experiencias de una experimentada viajera, pero sí de una mujer que ha tenido oportunidades de conocer gente y culturas diferentes. Ahora, quiero entusiasmarlos y empujarlos a que viajen todo lo que puedan y a donde les digan. No importa si es a dos horas de su casa o dos días, lo importante es abrirnos al mundo desconocido que tenemos a nuestro alrededor y que espera a ser explorado. Ojalá éste nuevo año se animen a salir de su país, de su ciudad, de su zona de confort y se aventuren al mundo que anhela conocerlos. Por ahora, espero encontrarnos en algún lugar recóndito del mundo, donde ninguno de los dos pensamos alguna vez ir.

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