Encontré esto en mis escritos de 2013...
Sus manos se separaron pero sus almas estaban atadas, besos en el aire y una sonrisa fue lo último que él le regalo antes de partir. Como era lo usual, nuevamente debía irse, debía continuar y ella era quien empacaba sus maletas repletas de recuerdos.
Ella esperaba por él pacientemente y su vacío se llenaba con hermosas palabras escritas en el aire. Tal vez estaba lejos, pero lo sentía muy cerca con las largas horas en las que no podían parar de hablar, aquellas horas en donde se daban cuenta que estaban repletos de sueños, de secretos, de cosas en común, de amor que no aceptaban, de ilusiones imposibles.
Sin embargo, ella seguía allí, esperando pacientemente por él. Cada vez que volvía era como la primera vez que se vieron; los ojos de ambos brillaban, las sonrisas decían lo que las palabras no podían, las pupilas los delataban. Sabían que algo pasaba desde que los silencios ya no eran incómodos, desde que ella se recostaba en su pecho y podía escuchar sus latidos...su ritmo acelerado.
Pero ese día supo que algo ocurría, esa vez que volvió todo era distinto. Ella supo que algo andaba mal desde que los silencios continuaron y los latidos terminaron, desde que las palabras escritas en el aire se las comenzó a llevar el viento, desde que las pupilas ya nunca más los delataban. Ella supo que había cometido el peor error cuando lo volvió a ver. Se dio cuenta que se acostumbro a aguardarlo en silencio, se dio cuenta que se acostumbro a los latidos en la soledad, se dio cuenta que no bastaba con amar, también había que decirlo, se dio cuenta que era demasiado tarde para decir: estamos a tiempo.
0 comments